«De alguna manera, dibujar es para mí un sinónimo de pensar»
Victor A. Lundy nació el 1 de febrero de 1923 en Nueva York en el seno de una familia de inmigrantes rusos, y pronto mostró aptitudes para el dibujo y la pintura. Sus padres, reconociendo su talento, le apoyaron para que estudiara arquitectura en la Universidad de Nueva York, especializándose en el estilo establecido por la parisina École des Beaux Arts. Entusiasmado con la idea de ayudar a la reconstrucción de Europa después de la guerra, en 1942 se alistó en el Army Specialized Training Program, un programa del Ejército destinado a formar a estudiantes para convertirlos en oficiales y técnicos.
En 1944, ante la necesidad de efectivos que la planificación del día D preveía, la compañía de Victor Lundy fue integrada en la 26.ª División de Infantería, la conocida como Yankee Division, con una historia que remontaba a las Guerras Franco-Indias y de Independencia. Durante su entrenamiento en Fort Jackson, Carolina del Sur, Lundy se dedicó a dibujar todo lo que le rodeaba: marchas forzadas, camaradas descansando, las tiendas y el economato… Cómo él mismo recordaba en una entrevista: «nunca escuchaba, siempre estaba ocupado dibujando», aunque pronto «me metí en ello, la experiencia de guerra hipnotiza a los jóvenes».
El 26 de agosto de 1944 la Yankee Division abandonó Camp Shanks para cruzar el Atlántico y desembarcar en Cherburgo y en la playa de Utah el 7 de septiembre, siendo parte del primer convoy que viajaba directamente a Francia desde los Estados Unidos. El puerto de Nueva York, el cruce del Atlántico o las playas normandas no escaparon del lápiz de Victor Lundy. La división se desplazó al área de acantonamiento de Valognes, y estableció su cuartel en Bourg de Lestre. Sus distintas unidades se estacionaron en los pueblos y campos próximos, y dedicaron las primeras semanas a intensificar su entrenamiento, con marchas diarias, prácticas de combate –incluyendo a la bayoneta y el cuerpo a cuerpo–, desminado, radio o primeros auxilios. Las primeras misiones de la 26.ª fueron patrullar la costa normanda entre Carteret y Siouville, limpiar campos de minas y apoyar los convoyes logísticos de la Red Ball Express.
A comienzos de octubre, se ordenó a la Yankee Division que se integrara en el XII Cuerpo de Ejército del Tercer Ejército estadounidense, que combatía en Lorena como parte del Duodécimo Grupo de Ejércitos, siendo posicionada en el extremo derecho del despliegue de estas fuerzas, donde relevó a la 4.ª División Acorazada, que había sido la punta de lanza del avance de Patton a través de Francia. Allí, en las colinas y bosques de Lorena, entre Nancy y la frontera alemana, la 26.ª recibió su bautismo de fuego. El frente occidental se había estabilizado, y los ejércitos aliados se recuperaban de cara al asalto de la línea Sigfrido. En una pequeña operación destinada a reforzar el frente, el 104.º Regimiento de Infantería se enfrentó a los restos de la 11.ª División Panzer el 22 de octubre para tomar el bosque de Moncourt y el pueblo de Bezange-la-Petite, algo que no se consiguió por completo hasta la ofensiva general que tuvo lugar tres semanas después. El último dibujo de Victor Lundy está fechado el día 7 de noviembre, y muestra a soldados esperando en un camión bajo una lluvia inclemente. Al día siguiente, el 8 de noviembre, el Tercer Ejército inició la ofensiva que quebraría la resistencia alemana y llevaría a los Aliados hasta el Rin. Pocos días después, Lundy fue herido, lo que le valió un Corazón Púrpura, y su sangre todavía mancha las pastas del último de sus cuadernos de dibujo. Durante su convalecencia, un cirujano vio sus ilustraciones y solicitó que dibujase un nuevo procedimiento médico que estaba desarrollando, evitando así la reincorporación a su unidad y los últimos y peligrosos meses de una guerra aún por concluir.
De los doce cuadernos de dibujo que Victor Lundy rellenó durante su paso por el Ejército, solo se han conservado ocho, que el autor donó a la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Son cuadernos con espiral y de un tamaño 7,5 x 13 cm, lo suficientemente pequeños para caber en un bolsillo. En ellos Lundy recoge con trazo ágil estampas del frente occidental, sean las defensas del Muro del Atlántico o la destrucción de una granja francesa, una escuadrilla de bombarderos camino de Alemania o un landser que en cambio no regresará a su casa. Además, sus experiencias en la guerra condicionarían la vida de Lundy de manera insospechada: en Francia conoció a un prisionero alemán, arquitecto, que le comentó que Walter Gropius, el fundador de la Bauhaus, daba clase en la Graduate School of Design de Harvard. Una semana después del final de la guerra, Lundy se matriculó allí, y asimiló un nuevo estilo de diseño basado en los principios del Modernismo europeo, que le alejó del clasicismo de la escuela de las Beaux Arts y orientó su posterior carrera, con obras tan señeras y avant-garde como el Edificio Pagoda en Sarasota, la Iglesia de la Resurrección en Harlem –por desgracia derruida–, el Tax Court Building en Washington o el Warm Mineral Springs Motel, incluidas en el registro nacional estadounidense de lugares históricos.
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